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ría también el efecto. Países, tan escasamente poblados, como los de Sud América, necesitan de una inmgiración para dinamizar su industria.
En el mejor de los casos, las cifras de la inmigración siempre resultarán pequeñas, en comparación con las enormes cifras de la inmigración en los Estados Unidos. En el lapso de tiempo desde 1921 hasta 1930, vale decir en los años buenos (antes de la crisis), la inmigración judía anual a la Argentina alcanzó a 8000 y en los otros países Sudamericanos a 5000, en total 13.0000. Entre estas cifras faltan algunos países, donde comenzó la inmigración judía en el año 1931, alcanzando anualmente de 1000 a 2000 inmigrantes. En base a estas cifras los inmigrantes judíos deberían alcanzar a 15.000 anualmente como máximo para los 5 o 10 años siguientes.
Si tomamos estas cifras como base, podemos afirmar que, las perspectivas económicas para los nuevos inmigrantes como para los judíos establecidos en América del Sur, son sin duda buenas. 15.000 nuevos inmigrantes judíos por año hallarán fácilmente los medios económicos necesarios para su existencia en las condiciones actuales de desarrollo de la economía en los países sudamericanos. El comercio ambulante y la venta a plazos no siempre-serán su ocupación principal. Estos trabajos son, sin embargo, una excelente preescuela para el gran comercio. El vendedor ambulante y el vendedor a plazos tiene que asegurarse su clientela. A diferencia del dueño de tienda, donde vienen los clientes que tienen deseos de comprar,
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